De niño tuve atracción por las tranqueras y ya con unos cuantos años más siguen siguen siendo una debilidad. Cuando tienen cartel, sus cadenas, el candado y algún detalle que las hacen únicas.
Fue siempre una barrera, cuando salías andar en bici era hasta la tranquera, las caminatas por la tarde eran hasta la tranquera, no vayamos a visitarlos porque tienen la tranquera cerrada.
En fin la tranquera era el límite y amaba desafiarlo, pararme en ella cuando la abrían, pasar por arriba para no abrirla o al revés, ir de acompañante para abrir las tranqueras.
Debe ser un campo importante mira la tranquera que tiene o el típico desprecio.. si así tienen la tranquera no imagino como tendrá la casa.
La tranquera fue y será ese algo que me desvía la mirada, la excusa perfecta para ir y mirar que se puede ver...
En esta me llamo la atención sus líquenes, que me permitían adivinar de que lado venían las lluvias o que lado sería más húmedo. Pensé que estábamos solos , sin embargo espiaba un tibio sol de primavera, arranque este pedacito de pampa y lo traje conmigo para que sea eterno.
Por más tranqueras, por más travesuras y por límites superados que nos dejan chinos de felicidad.
Buena semana! Lindo lunes...
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