Somos seres únicos, hermosos e increíblemente complejos, inconscientes de todo lo que somos...pero perderse en esto es en vano, buscamos estímulos para sentirnos más vivos y parece que el amor es quien nos lleva hacia lo más eterno.
Don Pedro Prost conoció de muy jóven a su mujer, su nombre es Dolores Carrasco, vaya paradoja tanto amores para una sola Dolores.
Se conocieron en un baile típico de pueblo, comenzó bailando una pista, otra y otra. Al próximo baile lo mismo hasta que formalizaron el noviazgo.
Cuando compraron su casa Pedro vendió sus terneros, 36 fueron exactamente ya que su valor era de $3.600.000 cuando cada animal valía $100.000.
Tuvieron hijos y a los años tuvieron nietos. Sufrieron pérdidas también, inevitablemente a veces hay males que no nos merecemos sufrir.
Y ahí fue donde quise sacarle una foto, la lado de su inagotable molino, el que ayudó a regar su huerta, el que mantuvo a sus animales, el que hizo que su quinta sea su hogar.
Cuando le pregunte cual era el secreto para estar tan bien, me contesto que nunca se cansó de dar amor, que gasto todos sus ahorros, que perdió seres queridos, que convive con una enfermedad pero nunca jamás dejó de amar.
Y si somos más como Don Pedro y nos quejamos menos...
1 comentarios :
Muy bueno
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